Havisolo

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Nueva vuelta al sol y seguirán llegando más y más canciones, discos, conciertos ( A final de este mes dos muy especiales ), sigamos viviendo…» Ahora es siempre todavia «.

Ahora que la adolescencia es un septiembre lejano,
Humo de cerveza en un portal, un verano inacabado.
Algunos años en la facultad de ciencias,
Papeles escritos, ron de Cuba, hojas de hierba,
Un tren dormido en una vía muerta,
La luz de la ventana azul que siempre estaba abierta.
Ahora que quedan tan lejos las playas de Corfú,
Las estaciones de trenes de Praga, Hamburgo o Estambul,
Los viajes que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos,
La luz de una cafetería, los amores conversos.
Ahora que te cansas y las piscinas cierran,
Y apura el último baño la luz de las estrellas.
Ahora que regreso a los lugares a donde quise huir
Y nadie me espera allí.
Ahora que casi llego a fin de mes,
Que amo a una mujer.
Que amo a una mujer.
Ahora que pago las facturas, que me besé en La Habana,
Que sueño con Lacandona, que ya no escribo cartas,
Que cumplimos más añós que promesas,
Que se hunden nuestros corazones como la vieja Venecia,
Que llego tarde a los cines y al fin del planeta,
Que alquilo un pequeño piso en un castillo de arena.
Ahora que duelen las resacas y cortan como una navaja.
Ahora que nadie nos saluda por los bares de Malasaña,
Que pido auxilio, besos y comida por teléfono,
Que fumo flores y lloro a veces mientras duermo.
Ahora que tiemblo como un niño abandonado.
Ahora que viejos amigos nos han traicionado.
Ahora es el momento de volver a empezar, que empiece el carnaval,
La orgía en el Palacio de Invierno, de banderas y besos.
Se cayeron mis alas y yo no me rendí,
Así que ven aquí,
Brindemos que hoy es siempre todavía,
Que nunca me gustaron las despedidas.

Yo vivo navegando

Hace un tiempo escribía que me gustaba ser barco buscando buenos puertos donde atracar. Con los años he comprobado que los mares que eliges son los que te marcan tu destino, los dioses del mar tampoco es que hayan sido especialmente propicios conmigo, pero esto no es una carta de queja.
Con mi barco he llegado a algunos puertos, en los cuales no he terminado de atracar y he naufragado en el intento.
Últimamente navego por mar abierto, no tengo puerto a la vista, y el viaje puede parecer fácil si no hay posibilidades de un nuevo naufragio.
Pero llevo ya tiempo así, sin puerto a la vista, el navegador no indica hacia donde ir tampoco, no tengo señales, pero bueno, seguiremos navegando en busca de ese puerto.

Sería bonito coger
las estrellas con las manos
hacer un barco en el aire
y navegar sin descanso.

Y es que yo vivo navegando
sobre una barca sin remos
a ver si cambias de vida
y logramos entendernos.

Adiós 2020.

Adiós 2020.

Menudo año ¿no? Quien mas quien menos ha tenido un año que le ha golpeado de alguna manera, ya sea por motivos laborales, personales, sentimentales, los motivos que cada uno haya tenido, al fin y al cabo, hay millones de historias diferentes cada día.

Recuerdo levemente la nochevieja del año pasado, era la primera en mucho tiempo de bares, una vuelta a algo que había dejado aparcado y lo pase bien, pero había aun hay cosas pendientes.

Luego al poco tiempo alguien te dice que no mereces la pena, dicho como fuera dicho no se, es un poco feo lo mires como lo mires. Pero bueno, aquello me sirvió para confirmarme en la huida de aquello.

Huidas que ya había tenido, pero nunca fue una como esta, es difícil de repente saber que ya no habrá mas que silencio donde antes era todo ruido.

Pero las cosas suceden así, cada día es un aprendizaje y yo aun sigo aprendiendo de aquello, porque fue mucho dolor y toda herida necesita una cura y un tiempo, pero a finales de este aciago 2020 podemos decir que aquello ya no sangra, a veces produce rabia, otras rencor y el mayor tiempo indiferencia, pero como decía, todo pasa en esta vida.

Marzo llego arrasando, no olvidaré nunca aquel viernes al llegar del trabajo, ya sabíamos que al día siguiente llegaba el estado de alarma y el confinamiento. La sensación de peligro al estar en la calle es terrible, el miedo a lo que venía, la incertidumbre que no deja vivir.

Aquel mensaje por Facebook que me avisaba del fallecimiento de uno de mis mejores amigos del instituto, todo era un caos, imágenes terribles en los telediarios, aplausos en los balcones, miedo y no saber qué podía ocurrir.

A mi me toco también un ERTE, donde trabajo vio como los negocios chinos cerraban a cal y canto dejando gran parte de nuestro negocio muy tocado, pero luchando mucho y aun seguimos en ello, logramos mantener al menos una cuota estable de negocio que al menos a mi me permite seguir trabajando.

Allí hay compañeros y familia, porque al final paso muchas horas allí y entre todos se hizo piña en un año tan duro como este.

Porque es duro no poder hacer esas cosas tan cotidianas, como dar la mano, saludar con un par de besos, irte a un bar tranquilo a tomar algo. Como suelen decir, éramos felices y no lo sabíamos. Echo mucho de menos cosas tan cotidianas en mi como era ir al cine al que no vuelvo desde marzo, esas noches de confesiones entre cervezas y copas escuchando música en garitos que siempre están donde los necesitas, cosas que eran tan nuestras que ahora que no están se las echa de menos.

Pero marzo trajo un reencuentro, mi gente, mis amigos de las acampadas que tras muchos años sin vernos conseguimos juntarnos y rememorar aquella felicidad de la adolescencia. Y a fe que han sido de lo mejor de este 2020, horas de conversación confinados, apoyo entre todos porque las situaciones no han sido fáciles. Tuvimos que acudir lamentablemente al tanatorio incluso a culpa de este maldito Virus.

Llegué a los 40 en un cumpleaños raro, silencioso, sin celebración externa, aunque en verano pude celebrar algo. Curioso que uno planeaba una fiesta por todo lo alto por llegar a esta cifra y la vida tiene otros planes para ti, que sigamos celebrando, aunque sea así.

Este 2020 me trajo un coche, una operación de quirófano pequeña, algún que otro kilillo de mas que habrá que derrotar en 2021 y la sensación de que todo tiene que mejorar en lo que venga.

Porque los domingos de este año eran a veces muy largos, la nube negra me merodeo y no quisiera yo ni que se asomara por aquí de nuevo.

Perdí un montón de conciertos, suspendidos, aplazados o que se harán cuando se pueda, como echo de menos los conciertos. Este año vi a Quique González una semana antes de que nos confinaran, algo impensable en aquel momento que eso no se pudiera vivir en mucho tiempo.

En verano tuve la suerte de ver al aire libre a dos de mis artistas favoritos: Revolver y Amaral, pero ya no hubo mas, volverán los conciertos y espero que de la manera que eran antes.

Tuvo muchas cosas malas este 2020, ciertamente, perdidas, sensación de hastío, tristeza, desconsuelo y a la vez esperanza de lo que tendrá que llegar algún día.

Pateemos al 2020 y brindemos porque seguimos aquí, porque volví a escribir con asiduidad, volví a tener un blog, porque los amigos siguen a mi lado, porque a mi familia le respeta la salud, porque nos quedan tantas cosas por vivir aún.

FELIZ 2021!!!

 

 

Hay un universo de pequeñas cosas.

Hay universos de pequeñas cosas, cientos, miles, millones de pequeños universos que se crean con los recuerdos, vivencias del día a día.

Pequeños flashes que retumban en los mares del recuerdo como barcos que surcan en busca de nuevos puertos a pesar de las mareas y oleajes que pretenden que vuelvas a llegar a la orilla que ya no tiene puerto para ti.

Y esos pequeños universos son como castillos de naipes que se derrumban con el último adiós, aquel que no hace más que traer silencio.

Universos donde los amargos trenzan flores para adornar fronteras, universos que haces florecer con los colores más bellos del mundo, la luz de las sonrisas, el brillo de las miradas, pero universos que pueden terminar derrumbándose como aquellos castillos en el aire que creas con tu imaginación.

Todo puede ser derribado, hasta el universo que creías más bello y que es la vida sino crear esos universos de pequeñas cosas que o bien, te dan la vida o te ponen un pequeño obstáculo en el camino que debes recorrer.

Universos propios que creamos cada día el despertar, que alimentamos y regamos con las risas, los abrazos, los besos y las caricias quien tenga la suerte de tenerlos.

A veces vuelan libres, otros son efímeros, otros nos hacen felices al crearse, otros duelen cuando los ves languidecer, pero universos propios de cada uno al fin y al cabo.

Cuando encuentro espacio en los escombros resucito…

Abres las ventanas a veces, cierras cajones pero se terminan colando aires de recuerdos entre las corrientes, corrientes que buscan provocar a los vientos en los que quieres dejarte llevar.

Y aquellos vientos que tratas de domar a tu favor se ponen en tu contra y soplan fuerte, pero es momento de cerrar aquellas estancias que tratan de visitarte de nuevo.

Y logras andar en la nueva oscuridad, buscando a ciegas un faro que te guié porque el que tenías se esfumo con el tiempo, prefirió iluminar otros mares antes que conducir tu cuerpo de naufrago en la playa desierta que busca quien la habite.

Trate de parar el reloj, de minimizar cicatrices, de frenar hemorragias y con muchas miradas al horizonte infinito de los pesares, las heridas terminan cerrado porque el que ama una vez, será herido probablemente.

Y esa es la magia de la vida, llena de sonrisas y alegrías que pueden transformarse en dolor y heridas, pero este es el juego al que nos toca jugar cada día al despertar.

Y aunque la coraza cada día es mas grande, se que llegará el momento de desprenderse poco a poco de ella y volver a jugar, aunque inevitablemente sepas que puedes volver a perder.

Pero las cartas siguen ahí con nosotros, la partida esta viva y como decía la señorita Kubelik, ha llegado el momento de callar y seguir jugando.

Pero cuando encuentro espacio
En los escombros resucito
Aunque pierda siempre gano
Nunca me des por vencido
Cuántas veces han intentado
Que vendiera mis principios
Menos mal que no pudieron
Arrancarme de mi sitio